martes, 30 de abril de 2013

Amaneceres húmedos entre callejones de seda...



La bruma y la resaca me llaman,
me internan en su vacío
no importa la Luz que brilla,
el Neanderthal es irreverente
busca el refugio ardiente al compás del fuego suicida.

Mis instintos sulfuran,
crecen en mí,
susurran miel y pimienta.
El verde me pierde
y no quiero saber de quietud.

Noches de nostalgia, de locura
amaneceres húmedos
entre callejones de seda ,
encajes de satín violeta
que cubren la identidad del poeta.

Lujuria encarnada en verbo y sudor
horizontes escotados con gotas de pasión.
Ángel observador no acuses al paria del amor,
que hoy visito umbrales de hipnotismo
en lugares que no existen ante la óptica de placer.



 Ariel Duranboger B.
Pasiólico
30 de abril de 2013

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